lunes, 9 de mayo de 2016

¿Caminamos?

Antes de comenzar, les ruego encarecidamente que vean el videoclip



Ahora si podemos comenzar; hace unos días, Radiohead lanzó su último álbum de estudio en el típico estilo “artístico” que ha caracterizado a la banda en los últimos años de su carrera, luego de que se alejasen del foco comercial. Siendo sincero, había ignorado por completo el anuncio y no había escuchado nada del nuevo material. El día de ayer esto cambió, luego de que un amigo cercano me mostrara el videoclip de la canción “Daydreaming”. 

El videoclip es simplemente hermoso de ver. La cinematografía, así como la composición, están muy bien logradas, pero hay algo que lleva al video más allá de ser solo visualmente vistoso. Comúnmente, la composición de los videoclips tiene que ser “compacta”; esto se debe a que tiene que lograr transmitir la personalidad, el contexto, el tono y el mensaje (claro, en caso haya alguno) en poco más de 3 minutos. Esa es la primera de muchas barreras que logra romper “Daydreaming”. El video se luce con facilidad en todos los ámbitos que he mencionado, de eso no hay duda alguna; sin embargo, como ya dije, hay algo más… mucho más.

La imagen en Daydreaming es, al mismo tiempo, evocativa y onírica; esto es algo que puede conseguirse cuando el cineasta detrás de la cámara sabe cómo mezclar los elementos “clave” de la composición cinematográfica, así como las tomas y planos precisos. Los términos “evocativo” y “onírico” no están tan distanciados uno del otro puesto que se puede comprender al mundo de los sueños como una evocación de la vida real. Y el videoclip, al ser evocativo del cine en general, el cual, a su vez, es una representación de la realidad, captura esta esencia mística y cotidiana propia de los sueños. Es aquí donde comienza nuestro pesado análisis. 

En su descripción más simple, el videoclip se nos muestra como una secuencia de establishing shots, o tomas de introducción del contexto en el que se va a desarrollar una escena (tomas establecedoras); no obstante, no es común, sin mencionar fácil, mantener una secuencia de tomas de este tipo. Una establishing shot debe tomar elementos simples y significativos para poder construir efectivamente un ambiente creíble; un ejemplo de esto es el uso de tomas en picada del puente Golden Gate para decirle al espectador que lo que está a punto de desarrollarse sucede en San Francisco. Pero una toma establecedora no necesita de elementos tan icónicos para darle contexto a una escena, basta con elementos como una puerta ornamentada y unos cuantos muebles para hacer saber que se está en una casa de los suburbios. Es ahí donde Daydreaming inicia su “magia”. El protagonista comienza su viaje atravesando una gran colección de lugares, todos presentados a estilo de establishing shot, pero nunca se da la “acción” luego de la presentación del contexto y, así, lo que inicia como expectativa por parte del espectador se convierte en un viaje de flujo constante. Cabe mencionar también que los lugares revisados van desde lo más cotidiano y culminan en lo exótico. Es de esta forma que se da la regresión al espacio metafísico del cine, ese plano en el que se encuentran repetidas y contenidas todas las escenas, todos los movimientos y todos los planos que se consideran bellos, únicos o especiales. Es raro encontrar tal colección de escenas, todas del mismo tipo, funcionando en lo que da la ilusión de que va a ser un montaje infinito. El tiempo de cada toma es el preciso, el movimiento del protagonista, en este caso Thom Yorke, en contraposición del contexto permite esa sensación de flujo equilibrado. Más remarcable aún es el hecho de que la secuencia mantiene la ilusión de movimiento durante todo el videoclip; contrario a lo que tal vez se pueda creer, es particularmente trabajoso el generar la sensación de movimiento (en especial cuando hay una transición de escena A a escena B). Y vaya selección de escenas, el videoclip da un tour por todas las escenas, o, más bien, localidades del cine y cuando hablo de esto me refiero a la construcción de las tomas y como estas son evocativas de estos lugares que uno suele visitar en el cine, a veces incluso sin darse cuenta. Es fácil, como ya se vio, reconocer un lugar si se le agrega a la toma algún elemento significativo e icónico de dicho lugar, sin embargo, las escenas que se dan en hospitales, escaleras, salas, restaurantes, etc, también necesitan una suerte de introducción especializada y el video de Daydreaming es un viaje a través de todas estas locaciones, las cuales pueden pasar desapercibidas o ser dadas por sentado en producciones más grandes. Es aquí donde se da el regreso evocativo, donde fui atrapado en un limbo de memorias latentes de todo lo que he visto alguna vez en pantalla.

Hablemos ahora del color, saturado de blancos y grises leves. Este efecto, sumado a todo lo dicho respecto a la cinematografía, ayuda a mantener la ilusión de mundo de sueños. La música cumple el mismo papel, pero en otra dimensión y se acopla perfectamente a la continua construcción de escenas de contexto. Se da un crescendo respecto al ritmo de la música y la excentricidad de los lugares que se van presentando, al punto de que la última secuencia se da en una montaña nevada. 

Pero hay algo más, incluso más impactante que la composición, el color o la técnica y se da en menos de tres segundos. La toma es magnífica y le da un valor agregado al videoclip. Es muy raro ver a un actor, en cualquiera que fuese la producción cinematográfica, que mire directo a la cámara y, en el videoclip, sucede. La mirada de Thom Yorke no solo es atípica desde un punto de vista técnico, sino que guarda detrás de sí un mensaje íntimo. El protagonista nos mira directamente por un lapso muy breve y con su mirada nos dice todo lo que necesitamos para poder experimentar el videoclip como debe de ser. La expresión y los ojos de Thom Yorke son invitantes y muestran un gesto que dice algo como: ¿Están ahí?, bien, síganme. Es con este pequeño gesto que el videoclip comienza a vendernos su mensaje. Se ha roto la cuarta pared y somos parte del viaje. 

Y todo esto nos lleva al mensaje de la canción en general. Es común que un artista reflexione sobre su carrera y empiece a estudiar con detenimiento las implicancias de dejar un pedazo de sí en el mundo; es este el tema, en mi humilde opinión, que se encuentra haciendo eco a lo largo de la canción y del videoclip. ¿Qué es un vídeo casero? O, en el caso de un músico, que es una grabación sino un pedazo de sí que puede visitar una y otra vez. Un trozo de tiempo estático incluso en el tiempo mismo cuya mera existencia reta a la mortalidad del hombre. Una canción grabada dura para la eternidad, es cierto, pero dura y durará en tanto tenga alguien para escucharla. Es este examen respecto a lo que dejamos detrás el tema central de Daydreaming, pero no se detiene ahí y nos invita a considerar el cómo es que somos seres existentes siempre que tengamos alguien que esté ahí para recibir nuestros mensajes, nuestros recuerdos, nuestras canciones…

Podría ir más allá y hablar acerca de como es que la vida de un artista es como un sueño ante los que admiran y gozan de su arte, pero ya he sido bastante pretencioso a lo largo de este texto; sin embargo, hay un aspecto que no he tocado aún y es el loop del final, el cual termina de vendernos la ilusión de que se está atrapado en un estado onírico. Es en esta secuencia que el viaje llega a su fin y en la que la escena concluye con una mirada final lo que la mirada del inicio había comenzado. El rostro de Thom Yorke nos da ese último efecto, esa nota cumbre que nos golpea con fuerza pero sutilmente; su actuación da la impresión de un hombre que no está ni despierto ni dormido, sino que se encuentra en ese frágil estado en el que la realidad se confunde con las imágenes de nuestra cabeza; y se nos presenta entonces la historia de un hombre que mira directo a los ojos de los captores de su arte y les invita a dar un paseo por su psique para explorarla juntos y ,cuando uno menos se da cuenta, se encuentra caminando entre sueños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario